en contra: será más difícil debido a los exámenes que tengo en septiembre y a mi posible mudanza a Madrid, pero también será más fácil debido a la experiencia que he ganado allí estos años, además de ser más fácil gracias a la gente que he podido ir conociendo y al puesto de trabajo que se me mantiene y que, igual, asciendo.
El día siguiente de volver de Londres el primer año, 2006, escribí un fragmento que describe bastante bien lo que sentí en el momento de la vuelta. Evidentemente, uno no siente lo mismo cuando ya repite esta experiencia más de una vez, pero es algo parecido.
De todos modos, pondré un trozo del fragmento, acompañado por algunas fotos que ilustran los meses agridulces que pasé (agridulces porque como cada aventura de este estilo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, sus cosas duras y sus cosas inolvidables). Es, como digo, una aventura muy compleja, se aprende mucho, se madura mucho, se conoce a muchísima gente diferente, se pasa mal en ciertos momentos, pero vale la pena. Ahí va...
Poca gente se cree que con tan sólo 18 años haya vivido ya una de las aventuras más grandes de mi vida. No sé lo que me depara el futuro pero puedo afirmar tranquilo que la experiencia que he vivido este verano ha sido muy importante para mí ya que me ha aportado muchas cosas que no habría adquirido si me hubiera quedado en Palma de Mallorca, mi ciudad natal. El hecho de marcharse a una gran ciudad con algunas libras en el bolsillo y una maleta llena de ilusiones y otros utensilios varios hace cambiar mucho a la persona, sobretodo si lo que trata de hacer es sobrevivir buscándose la vida con tal de vivir en una ciudad que le atrae. Y no estoy renegando de mi ciudad natal ni pienso hacerlo nunca, pero son cosas distintas, no he elegido nacer en Palma de Mallorca pero sí se puede decir que he elegido Londres como una de mis ciudades favoritas, y no sé exactamente qué es, pero hay algo que me une mucho a la capital del Reino Unido. Tal vez se trate de la sangre, ya que hace unos días, antes de volver a España, leí en un periódico gratuito londinense que los británicos tenían descendencia española debido a unos hechos que ocurrieron hace cerca de seis mil años, cuando Gran Bretaña sólo tenía unos pocos miles de habitantes. Al parecer, pescadores del norte de España se echaron a la mar y poblaron el país que ahora forman Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Tal vez sea por eso que siento cierta simpatía hacia los británicos, en especial a los ingleses.
Esto no pretende ser un diario de todo el verano que he pasado en Londres, sino más bien una especie de crónica recogiendo cómo me he sentido, qué me ha sorprendido, qué clase de cosas he hecho, cómo he cambiado y, en general, todo lo que ha pasado por mi mente, que es tanto que tengo la necesidad de escribirlo porque no me gustaría aburrir a mis amigos o familiares con tantas anécdotas e historias.
Sé que va a ser algo difícil para mí escribir esto, es el primer texto largo que decido escribir, además de que sólo llevo en España un día después de haber vuelto de Londres, así que lo tengo todo muy reciente aún y al ser una persona muy emotiva seguro que me emociono al recordar según qué cosas, pero haré lo posible por escribir algo que pueda leer dentro de muchos años y pensar en el maravilloso verano que he tenido en la capital británica, en la gente increíble que he conocido, en los sitios que he visitado, en las cosas que he hecho…
No quiero empezar mi historia sin antes agradecer enormemente a las siguientes personas el haber hecho posible esta aventura, gracias a todos ellos he hecho mi sueño realidad. Gracias a mis padres por permitirme abandonarles por tanto tiempo, por ofrecerme todo su apoyo y cariño aún estando tan lejos. Gracias a mi mejor amigo Pedro, porque si no fuera por él, no habría visitado aún Londres, gracias por toda la información que me has proporcionado acerca del país y sus características y gracias por los viajes que has organizado para mí, sin él tal vez todavía no habría pisado Gran Bretaña. Gracias a Paul Cotton por ofrecerme la entrevista de trabajo en la mejor cadena de cafés del Reino Unido y por aceptarme el mismo día de mi llegada a Londres. Gracias a Jamie por ofrecerme la posibilidad de dormir gratis en su casa hasta que pudiera encontrar algo mejor, Kingston upon Thames está algo lejos del centro de Londres pero me vino genial para instalarme en la ciudad y poder buscar una casa en la que vivir. Gracias a Ricard, mi primer compañero de habitación, por hacer posibles tantas cosas, por hacer que no me sintiera solo en mis primeros días, por su apoyo en los momentos difíciles, por perdernos en Brixton aquella noche y aún así no poder parar de reír, por darme algunos de los mejores recuerdos de mi estancia y por muchas cosas más. Gracias a Pedro Garlito, mi segundo compañero de habitación, por volverme pijo, por ser un gran compañero y gran consejero, por hacerme pasar grandes momentos y por las fiestas que nos hemos pegado. Gracias a Manuel, mi tercer y último compañero de habitación, por las risas que hemos compartido y los buenos momentos. Gracias a los brasileños de la habitación de al lado, Antonio, Felipe y Gabriel, por su generosidad y gracia, por demostrarme que aunque lleven más de un año y medio en Londres aún son capaces de entender y expresarse mejor en español que en inglés, algo extraño. Gracias a Kamila, por su paciencia, amabilidad, charlas y por ayudarme en todo momento cuando teníamos que cerrar la tienda juntos. Gracias a Beata por las cuatro libras de propina en South Kensington. Gracias a los encargados de las tiendas donde he trabajado, por hacerlo posible y su paciencia, ya que nunca antes había trabajado, ellos son Simon, Eduardo y Louisa. Gracias a Miguel por todos los trucos de Londres que me enseñó y por decirme donde cobrar mi primer cheque. Gracias a Lisa, por enseñarme todo lo que necesitaba saber para ser un buen camarero de Caffè Nero, así como también a Maria, por involucrarse conmigo y ayudarme en todo para perfeccionar mis aptitudes. Gracias a la clienta de la tienda de Sloane Square que me dijo que le encantaba el café que había preparado y que más tarde volvería a por otro, y así fue, volvió. Gracias a Gema por ser tan divertida y por tener tantos problemas con su tarjeta de transporte, sin eso no nos habríamos reído tanto. Gracias a Jason por llevarme por primera vez al cine en Inglaterra, no olvidaré las tardes por Croydon. Gracias a Janelle por las largas conversaciones en inglés y por ser una gran compañera de piso. Gracias a toda la gente que me ha hablado cuando estaba sentado en la fuente de Piccadilly Circus, no tenía nada que hacer y un rato de conversación nunca viene mal. Gracias a Chris por llevarme tantas veces a casa en coche después de salir de marcha por el centro de Londres, los buses nocturnos no son siempre tan agradables. Gracias a Marta y a Laura por venir a visitarme, la estancia se hace más llevadera si al menos te traen trozos de tu tierra como sois vosotras, gracias por vuestro granito de arena. Gracias a Javier por su apoyo en los momentos duros y por los consejos. Gracias a toda esa gente que me estoy olvidando y, sobretodo, gracias a Londres por ser una ciudad tan impresionante y tan acogedora, donde todo el mundo encuentra su sitio.
El nerviosismo iba en aumento durante la época de exámenes de segundo de bachillerato. Ya de por sí era bastante dura como para añadirle más estrés y más incertidumbre. No sabía a ciencia cierta si iba a aprobar todas las asignaturas ya que me había quedado suspendida la asignatura de dibujo técnico, pero no quería que eso fuese ningún problema para conseguir mi sueño. A lo largo de todo el curso me fui dando cuenta de que yo no quería seguir con lo que estaba estudiando, la materia se complicaba ya mucho para mí y yo veía en mi interior otra vocación diferente a la física o a la matemática. Habían sido ya muchas experiencias vividas en Londres durante los últimos meses anteriores a los exámenes finales de bachillerato, así que era un tema que rondaba mucho por mi mente.
Evitando pensar en cualquier otra cosa, me puse manos a la obra y empecé a buscar información sobre Londres y Reino Unido. Ni corto ni perezoso contacté con agencias y con particulares, dándole forma a lo que podría ser un verano excepcional. Todavía me acuerdo, de hecho, de aquel día en el que mi madre vino muy contenta haciéndome saber que había visto un anuncio en el periódico en el que se buscaba a gente para trabajar en Londres. Cuál fue nuestra sorpresa cuando fuimos a la supuesta oficina de la supuesta empresa y descubrimos (no directamente pero sí a través de varios detalles) que se trataba, probablemente, de una estafa. Eso fue, tal vez, la gota que colmó el vaso. Después de haber buscado información en mil páginas de Internet y de haberme informado en oficinas de ayuda a la juventud y cosas del estilo, sin ningún éxito, decidí irme a la aventura y hacerlo todo por mi cuenta. Sé, y aún soy consciente, de que es probablemente lo más arriesgado que he hecho en toda mi vida, pero no me arrepiento de nada.
Tras buscar mucho conseguí contactar con las personas que solucionarían mis dos mayores problemas: alojamiento y trabajo. Un hombre de Kingston-upon-Thames fue tan amable de comprender mi situación y dejarme pasar unos días en su casa hasta que por fin pudiera mudarme a mi propio hogar. Por otra parte, Paul me ofreció una entrevista para una cadena muy importante de cafeterías en Reino Unido, lo cual no estaba nada mal ya que tampoco podía aspirar a mucho más.
Una vez reservé mi vuelo con un mes de antelación para el día 23 de junio de 2006, me puse a prepararlo todo. Sabía lo que era preparar una maleta para ir de viaje durante unos días pero no para mudarse durante tres meses a otra ciudad, a otra ciudad muchísimo más grande que la mía natal. Me sentía como un cohete a punto de despegar, un cohete al que se le está realizando la cuenta atrás para un viaje muy especial, al espacio, a un lugar desconocido pero espectacular. No quería que me faltase nada así que pensé cuidadosamente qué necesitaría y de qué podía prescindir. Hice caso a mi madre, que me dijo que apuntase en un papel todo lo que me iba a llevar. De esta manera no me faltaría nada y a la vuelta sabría exactamente qué no debía faltar en mi maleta.
Era arriesgado, muy arriesgado. Me sentía algo inseguro, aunque no quería hacer ningún comentario al respecto porque había sido mi decisión y quería seguir adelante con ella. Londres se había convertido en un sueño tangible, aunque difícil, y no iba a dejarlo pasar, al menos no durante mucho tiempo. Tenía que ser valiente, dejar a un lado todos los miedos y preocupaciones que alguna vez podía haber tenido en mi cabeza. No quería defraudar a nadie, había puesto toda mi ilusión durante mucho tiempo en este proyecto y necesitaba completarlo, al menos intentarlo. Es complicado explicar cómo me sentía exactamente, siendo una mezcla entre sentimientos buenos y malos, unos me empujaban y otros me paraban, unos me llevaban y otros me traían, unos me alababan y otros me criticaban, pero todos tenían un claro efecto en mí: me hacían más fuerte. Estos sentimientos me daban toda la fuerza que necesitaba para completar mi misión y aunque me derrumbé en algunas ocasiones, como en las despedidas de mi familia y de mis amigos, siempre volvía a coger las riendas de la ilusión y a mirar al frente con determinación.
Hasta aquí puedo leer y he de reconocer que, como he comentado antes, ahora lo que escribiría sería muy diferente a eso... De hecho, ahí hace dos años decía que lo mío no eran las matemáticas ni las ciencias y aquí estoy ahora estudiando económicas, que me encanta. Son datos curiosos... Eso sí, ahora la lista de agradecimiento tendría que ser muchísimo más extensa debido a la cantidad de gente que he conocido este segundo año y que se han portado genial conmigo... Desde luego, cada año es diferente y yo diría que Londres 2007 fue, si cabe, más intenso, aunque diferente, claro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario